domingo, 20 de abril de 2008

Historia trágica en presentación compacta

Salió de su casa no sin antes robar un pañuelo perfumado de la cartera de la abuela...camina sereno, desentendido, llenando su cuerpo de azul sideral...dobla la esquina, como sin querer, sin pensar, y se mete la mano al bolsillo. Sí, todavia esta alli, puede palparlo tibio en la mano, cubierto todavía con el pañuelo...Es tarde, y bajo la débil luz amarilla del farol de la calle, ese que servía de portería, se detiene un momento para limpiar la última lágrima de la noche. No es la úlitima como creía, grita, se dobla sobre sí mismo y la sensación angustiosa del vómito inminente no se hace esperar...es inútil tratar de no llorar, es inútil tratar de ignorarlo, ahí latente, como si todavía estuviese vivo, quemándole el alma sin compasión...es inútil tratar de dejar de pensar en sus ojos, en el par de perdones que yacieron olvidados y desparramados, sin ser escuchados, ni entendidos, es inútil dejar de pensar en la ira, y la sed de venganza que tienden a aparecer cuando vas literalmente a recuperar el corazón que te ha sido robado, y lo arrancas a ley de cuchillo del cuerpo sangrante para envolverlo luego en el pañuelo perfumado que robaste a tu abuela antes de salir de casa...

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