martes, 10 de junio de 2008

una silla

Te espero en el viejo café de la esquina, mientras al ritmo de la música que se congela en mis oídos, dos gotas de agua caen en el mismo lugar. Tu ausencia se extiende más de lo acostumbrado, y con los pies helados, las señas de un cigarro se me quedan en los dedos. Ha sido largo tu viaje, y mis manos esperan con ansia estrechar las tuyas, y los ojos hundirse en el mar de tu inconsciente para poder navegar en tus imágenes, en tus recuerdos, en los instantes que te has prendido con pinzas en la bolsa de la camisa.

El camino incoherente se me nubla en la cabeza, en esta mesa plagada de errores entintados en el humo del habano que los hombres a dos metros alternan con palabras, intento escribir mientras destruyo el escenario improvisado que he construido para encontrarte...tu ausencia, se presenta acompañada de dos ángeles oscuros que la escoltan vigilante.

"Libéranos de la hora solemne, redímenos del espíritu inclemente que escribe nuestros versos y nos toca la punta de las alas". Te reclaman prisionero de su oscura agonia, te retienen por haberlos despertado del refugio del consuelo. Y te paras junto a mí, y me miras profundo mientras sigo escribiendote una carta sin futuro.

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