viernes, 6 de noviembre de 2009

otoño una cuarenta y tres

No extrañaré un juego de palabras, que no significa nada...
solo unas horas en tren,
algunos cafés y despedidas.

Hace rato partieron las horas,
la mañana sigue dormida detrás de la montaña...
y son dos, tres o cuatro, las tazas de café que ya se acumulan en el fregadero, pero de lado de la locura los sueños se desgranan en palabras y por eso hay que quedarse despierto, para atraparlas en el aire y poder dejarlas marcadas, luminosas, etéreas en este espacio blanquecino.

Pienso en la soledad de este silencio, en que hay que tomarle gusto a la silla de la nostalgia, porque de vez en cuando toca sentarse un tiempo en ella y para eso...es que se inventó la madrugada.

1 comentario:

iCarlos dijo...

Perdón que comente así no más... Pero bueno, esto está publicado, así que no puedo evitar expresarme libremente al respecto: lo que has escrito me parece impresionante y muy lindo.

Saludos.