lunes, 17 de enero de 2011

mediatarde

El barco ha zarpado. La ventana y los cuatro pisos de altura aíslan los ruidos del exterior. Entre sorbo y sorbo de café trata de enumerar los hechos que han hecho que esté ahí en este momento y lugar. La verdad no tiene caso, porque sabe que está en el momento justo, que tiene varias horas por delante antes de cerrar los ojos al vacío. La tranquilidad es arrolladora, deliciosamente eterna, plácida e imbatible, cada segundo es suyo y planea llenarlo de cuanta luz sea posible.

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