jueves, 23 de octubre de 2008

metro tango

Y su cabello al flotar, le desprendió una sonrisa cristalina de esas que no se escuchan a menudo...en medio de los grises que entrábamos mojados y fríos, presos de nuestras propias rutinas y de un aguacero repentino que nos arruinó paraguas y nos entumeció los dedos, el tango del hombre de negro envolvió sus ojos y los ojos de ella y sostenidos los dos, embelesados, fueron hojas otoñales y líneas de colores, vueltas y manos que apretaban.

El cigarro a medio apagar se fue con la suela de alguien y por un instante la ruta cotidiana se volvió un poco menos lluvia y más un resto de verano que se quedó olvidado en un pasillo de la estación...

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