En un rincón oscuro,
tres ausentes se vuelven rivales,
y en el despertar tardío, de una noche (extremadamente blanca),
la gota de sangre de desliza fugaz.
Será esta quizás la noche en que el corazón se volverá de piedra,
y se sentará contento a ver el tiempo pasar,
fumando un cigarrillo, mirando de reojo,
y describirá en su memoria,
cómo entre las calles, las libélulas se mueren
y los deambulantes pisan charcos y tropiezan con sus pasos.
–¿Escucharon?–preguntará a lo lejos
y se alejará saltando entre los balcones
para arrojarse, sin mirar atrás.
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