Necesito unas cuantas razones,
para no esperar con las manos abiertas
un sol delirante que bese los labios;
dirigidos al cielo los ojos vacíos,
las preguntas básicas se vuelven constantes,
y esta coordenada, un poco invariable
mas bien repetida y ya desgastada
se clava profunda y se tumba en el sillón.
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