lunes, 26 de julio de 2010

invierno rosa

Un minuto. Solo se necesitaba un minuto para estrujar fuertemente una mano y saltar...como si no importara nada. Era invierno, uno muy peculiar porque había llegado tardío y sin fuerza, como si le diera pereza y prefiriera seguir unos días tostándose al sol; aunque ahora que ya había despertado calaba los huesos y enfriaba los labios, y hacía que todos caminásemos encorvados, sombríos, como tristes.

Me senté en la esquina del frente instintivamente, como si fuera para vigilar tu llegada, pero no, no pensaba en tí, pensaba en mis dedos de los pies, en lo fríos que estaban, en los únicos calcetines dispares que encontré en el cajón. Pensaba en el metro, en el café de la mañana.

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